“La soberanía es una de las
piedras angulares para garantizar la seguridad del país y asegura que
la India como una nación pueda hacer frente a las presiones de otras
naciones. La soberanía es fundamental para garantizar nuestra
independencia económica.”[1]
Dr. Jaijit Bhattacharya
La anterior frase es de Jaijit
Bhattacharya, PhD, presidente del Centro de Investigación Política de la
Economía Digital y director de asuntos corporativos de Hewlett Packard
India. Este experto en tecnología y gobierno (con varios libros al
respecto y experiencia en el sector corporativo, gubernamental y
académico), fue uno de los primeros en utilizar el término “soberanía
tecnológica”, y ha venido subrayando durante varios años la importancia
de este para el desarrollo de un país.
En el mundo actual, la tecnología es
un
asunto central y transversal en la sociedad, desde el Estado hasta la
economía. En infraestructura crítica como los sistemas de
telecomunicaciones, el sistema de energía o en la propia defensa
nacional, la tecnología juega un papel central. Y en el mundo económico
no podemos olvidar que de las 5 compañías más grandes del mundo por
valor de mercado ¡3 son empresas de tecnología! Apple es la primera (483
mil millones de dólares), Google la tercera (382 mil millones de
dólares) y Microsoft la cuarta (344 mil millones de dólares).
Así pues, cuando se habla de tecnología
no estamos hablando de un asunto menor y cuando se habla de soberanía
tecnológica estamos hablando es de un asunto vital para el Estado y para
todos nosotros como sociedad. Como ya se señaló, gran parte de la
infraestructura crítica para un país está controlada o tiene una fuente
componente tecnológico. Sin las herramientas tecnológicas un Estado
moderno simplemente no podría funcionar. De ahí la importancia de tener
el control de la tecnología que usamos, y muy en especial el gobierno,
para el cual este es un asunto de seguridad nacional.
EL CASO COLOMBIANO
La soberanía tecnológica, así como la
alimentaria, es algo de lo cual sin duda carecemos. Hace cerca de 25
años, el desarrollo científico y tecnológico del país no era algo de lo
cual nos pudiéramos sentir demasiado orgullosos. No obstante, en el
campo de las telecomunicaciones habíamos logrado avances que a pesar de
las muchas observaciones que se le puedan hacer, constituyeron avances
para el país y lograron que por ejemplo nuestra antigua empresa pública
de telecomunicaciones se expandiera por la gran mayoría de municipios
colombianos creando una extensa red pública y ayudando a la
interconexión del país.
Sin embargo, con el advenimiento de las
políticas neoliberales en Colombia, lo que se ha visto en estas más de 2
décadas, ha sido el afianzamiento de un modelo que nos está condenando a
la dependencia tecnológica.
La Constitución Política de 1991 y las
consecuentes leyes y demás normas expedidas por los diferentes
gobiernos, abrieron el camino para que el país viera como se ha venido
dilapidando el patrimonio público colombiano en telecomunicaciones,
siendo destacado el caso de Telecom, ahora en manos de la trasnacional
Telefónica de España.
La Ley 72 de 1989 suprimió el control de
Telecom sobre servicios como informática, telemática, valor agregado,
adscribiéndolo al Ministerio de Comunicaciones. Además, definió las
telecomunicaciones como un servicio público y permitió su prestación por
particulares a través del sistema de concesión, mediante contrato o
licencias y el pago de derechos, tasas o tarifa.
Estos casos ejemplifican como el país ha
venido perdiendo sistemáticamente sus activos e infraestructura propia,
haciéndonos cada vez más dependientes en telecomunicaciones de empresas
privadas extranjeras.
Dependencia Tecnológica y Educación
El desarrollo de la ciencia y la
tecnología tiene como actor central a las universidades, es allí, o con
la participación importante de estos entes, donde el conocimiento avanza
y se generan los desarrollos que dan lugar a nuevas tecnologías. Un
sistema de educación superior débil significa una producción nacional de
ciencia y tecnología débil. Es por esto que en la dependencia
tecnológica a la que nos han sometido los gobiernos, juega un papel
central la política de educación superior.
“Mientras tanto en Colombia, la
inversión en ciencia y tecnología no alcanza el 1% del PIB, la directora
de COLCIENCIAS fue retirada de su cargo por denunciar una posible
disminución del presupuesto. Pero además el 90% de grupos de
investigación, de un total de 4304 en todo el país, se encuentra en las
IES. De estos, solo 658 investigan en ingeniería y cuentan con 1294
investigadores (COLCIENCIAS, 2014). Además, Colombia se encuentra en el
puesto 53 de producción de documentos de investigación [3] (encabezado
por EEUU, China, Gran Bretaña y Alemania), después de países como Chile,
Argentina, Rumania, Nigeria y Túnez”[2]
Software y Soberanía Tecnológica
“La preocupación que anima
al software libre no es infundada: vivimos en un mundo cruzado por la
tecnología, o aprendemos a entenderlas o los pocos que lo hagan
controlarán parte importante de nuestra vida”[3] Farid Amed, Fundación Casa del Bosque.
En la soberanía tecnológica es
fundamental el rol del software. Es este el que maneja los componentes
físicos (hardware) y determina que hacen o no pueden hacer. Es por esto
que el software libre juega un papel central en garantizar la soberanía
tecnológica, ya que es el único que permite estudiar su código fuente
(las instrucciones de programación que determina todo el comportamiento y
funciones de un programa), modificarlo adaptándolo a las necesidades
propias, redistribuirlo y seguirlo mejorándolo paulatinamente. No
obstante, el estado colombiano ha demostrado su compromiso con el
software privativo y las multinacionales que lo patrocinan.
Usar software privativo (lo opuesto a
software libre), y peor aún de empresas extranjeras, lo que significa en
forma simple es que el Estado podrá usar el software pero sin estar
seguro de todas las funcionalidades de este (además de no poderlo
modificar), lo que abre la posibilidad a que esos terceros privados
extranjeros instalen accesos ocultos remotos en el software o cualquier
clase de herramienta que eventualmente puede afectar al Estado o los
ciudadanos.
Es conocido por ejemplo que sitios web
del estado colombiano están elaborados para ser solo totalmente usables
con sistemas operativos, navegadores y en general herramientas de
software privativo, lo que obliga a los ciudadanos al uso de las mismas,
con los consecuentes efectos negativos de su uso, además de los costos
que implican las licencias. En la educación así mismo, las herramientas
que se enseñan a los alumnos (en los diferentes niveles desde primaria
pasando por la técnica hasta educación superior) son por lo general
software privativo, creando dependencias, ya que no aprenden a usar un
tipo de tecnología en sí (programas de diseño por ejemplo sino un
software específico de una empresa). Es de destacar que el Estado ha
ayudado a que las iniciativas legislativas que ha habido en favor del
software libre no tengan éxito.
Esta política de dependencia hacia el
software privativo y con él la dependencia tecnológica, se ha
consolidado con el Gobierno Santos y sus políticas neoliberales, veamos 2
ejemplos. El Congreso de Colombia promulgó la Ley 1680 de 2013 para
garantizar “a las personas ciegas y con baja visión, el acceso a la
información, a las comunicaciones, al conocimiento y a las tecnologías
de la información y de las comunicaciones”. En desarrollo de esta ley,
el Gobierno adquirió una licencia país del software JAWS y MAGic, que
permite que durante los próximos 4 años las personas con discapacidad
visual pueden usar gratis estos programas que les permiten el uso de
computadores. Pues bien, el Estado gastó 6.100 millones de pesos en las
licencias de estos 2 software que son privativos, que solo se pueden
usar en computadores con Windows y, de acuerdo al sitio web de la
empresa que distribuye JAWS en Colombia[4], requieren un computador con 2
GB de memoria RAM. Esto lo que significa es que se gastaron
multimillonarios recursos del Estado en un software que solo se podrá
usar por 4 años, que obliga a las personas con discapacidad visual a
usar Windows y que además les obliga a tener un computador de tecnología
reciente (algo que no todos poseen y más teniendo en cuenta las
limitantes económicas que sufre en Colombia esta población). La
alternativa era haber usado software de este tipo ya existente y con
licencia libre, como ORCA[5], adaptándolo a las necesidades de nuestra
población con discapacidad visual. Esto no solo hubiera significado
ventajas para la población a beneficiar sino menores costos (no se
pagaría licencias sino el trabajo de desarrolladores colombianos) y
desarrollos tecnológicos propios por ingenieros colombianos.
El otro caso a mencionar es el del
memorando de entendimiento entre por el gobierno de Santos y Microsoft.
Este fue suscrito a finales del año pasado y busca “la implementación
de las TIC en los temas de ciberseguridad, educación e innovación”[6],
lo que se traduce en que el gobierno trabajará con la multinacional
estadounidense en temas de ciberseguridad, que se consolidará la
enseñanza específica de software de Microsoft en ambientes educativos
como el SENA, y con esto la dependencia; y que la “innovación” se
focalizará hacia desarrollos tecnológicos que requieran software de esta
empresa.
Finalmente cabe decir en este aspecto,
que si bien no se sabe exactamente cuánto dinero anualmente gasta el
Estado en licencias de software (que son en su mayoría a grandes
multinacionales estadounidenses como Microsoft o Oracle), se puede
estimar que es una cifra multimillonaria dado el tamaño del Estado y
considerando solo por ejemplo los computadores para usos regular de los
empleados públicos.
Tecnología Espacial
A nivel espacial el atraso y la
dependencia tecnológica son también notoria. Colombia a diferencia de
varios países de la región no tiene ningún satélite propio. Luego de
muchos años de promesas y especulaciones, hace cerca de un mes el
vicepresidente Germán Vargas Lleras confirmo que la compra que se iba a
hacer de un satélite de observación se canceló[7]. Según cifras
oficiales, en solo imágenes satelitales el Ministerio de Defensa gasta
6,5 millones de dólares por año, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi
3,5 millones, y otras entidades alrededor 1,5 millones. El gobierno
Santos argumentó que “el país no está en la capacidad económica de
realizar esta inversión” y que salía más barato seguir comprando las
imágenes satelitales en vez de tener un satélite propio[8],
desconociendo por supuesto todos los efectos positivos que tiene
controlar un satélite propio y la eventual transferencia de tecnología
que se puede producir si la adquisición se da en términos favorables
para el país (como se ha hecho en otros países). Lo que nos deja una vez
más atrás en términos de soberanía tecnológica y lejos incluso de
países de la región como Argentina que ya incluso está desarrollando un
lanzador espacial de fabricación propia[9].
Espionaje de Comunicaciones
Merece una mención el caso de espionaje
de la (Agencia Nacional de Seguridad) NSA de Estados Unidos. La bien
sabida injerencia norteamericana en los asuntos nacionales, se ratificó
una vez más con las revelaciones del año pasado en cuanto a que Colombia
es un “blanco prioritario” del espionaje gringo de las comunicaciones
en la región, el cual afectó hasta el Presidente de la República.
Escandalosas revelaciones como estas ameritaron un fuerte
pronunciamiento de gobiernos de la región como el brasilero, ecuatoriano
o argentino, no obstante, la cancillería colombiana se limitó a decir
que “registra con preocupación” esto y que “solicitará al Gobierno de
los Estados Unidos de América, por intermedio de su embajador en
Colombia, las explicaciones que correspondan”. Si no hay la voluntad
política de rechazar contundentemente estas prácticas contra nuestra
soberanía nacional, mucho menos la hay de incrementar desarrollos
tecnológicos propios que minimicen los riesgos frente a estas prácticas.
TLC Y Dependencia Tecnológica
La dependencia tecnológica del país se
consolida con el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Esto
se expresa no solo en normas leoninas como las famosas versiones de la
“Ley Lleras” (la segunda se cayó gracias a una demanda del senador
Robledo ante la Corte Constitucional). La soberanía tecnológica en una
concepción amplia tiene que incluir el desarrollo cada vez mayor de
contenidos digitales propios. Esto por supuesto se ve limitado por el
incremento cada vez más desmesurado de las normas de derechos de autor
como la mencionada ley, que limitan no solo la libertad de expresión
sino la capacidad de crear nuevos contenidos. Esta ley fue un desarrollo
de normas del capítulo XVI (Propiedad Intelectual) del TLC.
Así mismo, a través de diferentes
cláusulas del tratado se limitan la capacidad del Estado para impulsar
el desarrollo tecnológico propio.
HACIA UNA SOBERANÍA TECNOLÓGICA REGIONAL
Cabe destacar que si bien es importante
que Colombia avance hacia una soberanía tecnológica nacional, dadas las
características de muchas tecnologías, sería conveniente desde un punto
de vista no solo técnico, sino social y político, avanzar hacia una
soberanía tecnológica regional. Esto se traduce en avanzar en el marco
de iniciativas regionales de integración, en desarrollos tecnológicos
propios para nuestros países, que consulten nuestras condiciones y
necesidades.
Desarrollos de infraestructura
tecnológica propia (como redes de fibra óptica regional que eviten el
paso de nuestros datos de internet por redes estadounidenses como sucede
en la actualidad), desarrollos de software libre e incluso hardware
libre, serían pasos efectivos no solo hacia la soberanía tecnológica
sino hacia el desarrollo nacional y regional.
Lo que hizo Colombia en materia de
Televisión digital Terrestre desafortunadamente no va en esa dirección.
Fue el único país de Suramérica que decidió implementar el el estándar
europeo en vez del estándar japones-brasilero que ha sido acogido por
toda la región.
CONCLUSIÓN
Lo que ha vivido Colombia luego de cerca
de 25 años de neoliberalismo, es una perdida cada vez mayor de
soberanía tecnológica. La Nación se hace cada vez más dependiente de
tecnologías foráneas de las cuales somos meros consumidores, estamos
retornando a la época colonial, totalmente importadores de manufacturas y
productos de ciencia y tecnología y exportadores de materias primas. La
soberanía es condición indispensable para el desarrollo. Con el
neoliberalismo, y el TLC como su herramienta más aguda y reciente, será
imposible avanzar efectivamente hacia la soberanía tecnológica. Por eso,
para tomar el rumbo de la soberanía tecnológica, la primera tarea en
Colombia es reversar las políticas neoliberales.
[1] Texto original “Sovereignty is
one of the cornerstones for ensuring the security of the country and
ensures that India as a nation can stand up to pressures from other
nations. Sovereignty is critical to ensure our economic independence”.
http://egov.eletsonline.com/2012/12/technological-sovereignty/
[2] http://ocecolombia.co/ponencia-en-audiciencia-publica-los-tlc-la-industria-y-el-empleo-nacionales/
[3]
http://fcbosque.org/index/activistas-tecnologicos-de-colombia-opinan/item/107-tecnopol%C3%ADtica-y-activismo-tecnol%C3%B3gico,-co-relaciones-con-el-software-libre,-el-open-hardware-y-la-cultura-libre.html
[4] http://www.ver.com.co/hogar/jaws.html
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Orca_(software)
[6] http://www.mintic.gov.co/portal/604/w3-article-5037.html
[7] http://www.eltiempo.com/politica/gobierno/gobierno-frena-compra-de-satelite/14533968
[8]
http://www.vicepresidencia.gov.co/prensa/2014/Paginas/Gobierno-Nacional-suspende-compra-de-sat%C3%A9lite-Vargas-Lleras-140915.aspx
[9] http://www.politicatandil.com/noticias/Locales/89177:1/Soberania-en-telecomunicaciones.html
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